miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los muertos del campeón: el Aurich entre fierros retorcidos

Los muertos del campeón: el Aurich entre fierros retorcidos
PRI Biblioteca Nacional del Perú (BNP) / La Crónica



Recién al clarear la mañana del martes 7 de julio de 1553 los diarios de la capital, por entonces una bestia de apenas un millón de cabezas, pudieron estampar la dimensión gráfica de ese sacrificio masivo que se llevó al Juan Aurich, gloria del fútbol moche y actual campeón nacional. Los dioses quitan, los dioses dan. Siempre ha sido así.

Por Efraín Trelles


Vaya año futbolero el de 1953. En lo mejor del verano se había jugado una Copa América en el Nacional recién remodelado. Copa nocturna, flor de modernidad. Es más, faltaban en ese julio del 53 pocos días para una célebre goleada de 5 a 0 a Chile en el renovado coloso de José Díaz.

Si hasta el profesionalismo parecía extenderse a provincias pues don Guillermo Aurich anunciaba diálogo con el gobierno de Odría, acaso con Julio de la Piedra, su vecino de Pomalca y jerarca odrísta como interlocutor poderoso.

La directiva del Aurich, cuyos jugadores ya ganaban entre 600 y mil soles mensuales, estaba dispuesta a invertir mucho más si le permitían participar en lo que entonces se llamaba campeonato de selección y competencia, la primera profesional.

Pero el ramalazo de la muerte súbita impidió ese sueño que hubiera adelantado en 12 años el establecimiento del fútbol descentralizado.

Vuelva a ver la foto, amable lector. ¿Se imagina? El fantasmagórico relumbrón de un flash de antaño ha separado por un segundo las sombras de las luces.

Al pie del relumbrón dos señores de terno y uno de tirantes contemplan consternados el festín de la muerte. Al fondo un var;on con abrigo de la vieja Guardia Civil da la espalda a la escena y parece disponer el traslado de cuerpos.

Cruces, cuerpos, fierros retorcidos, desolación y aroma de muerte. Es todo lo que queda al pie de la No 1, la máquina ferroviario que arrolló un bus y terminó matando a 24 personas. Doce eran jugadores del Aurich. Cruces blancas sí. Olvido no. Que descansen en paz.

(Continuará)
                                                                                                fuente: rpp
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